A pesar de que las vacaciones son un supuesto período de relajación y descanso, para muchos se convierten en unos días de estrés y nervios.
Los preparativos del viaje, la convivencia con la familia y el hecho de estar fuera de casa pueden conducir al llamado estrés vacacional.
Muchos programan largos y densos viajes sin contemplar unos días de descanso y el resultado final es una situación de estrés incluso mayor que la tenían antes de vacaciones. Escuchar que se vuelve al trabajo más cansado de lo que se estaba antes de las vacaciones es una frase poco lógica pero cada vez más habitual.
¿Qué conduce a esta situación?
- Los últimos días de trabajo
La llegada de las vacaciones trae consigo una situación atípica en el trabajo. La mayor parte de trabajadores tienden a hacer más horas de las habituales para dejar terminadas todas las tareas pendientes. La tensión por tener tiempo suficiente para dejarlo todo listo y delegadas temporalmente las funciones genera una situación
de estrés.
- Antes del viaje
Una vez cerrada la puerta de la oficina o del taller comienza la cuenta atrás por preparar todo lo que se necesita para el viaje. Comprobar el estado del coche, hacer las maletas, avisar a los vecinos de que nos vamos unos días fuera, son asuntos importantes que muchos trabajadores dejan para el último momento.
Esto unido a que el día del viaje generalmente se duerme poco va gestando el cansancio
- El trayecto
Ya sea en coche, o en un medio de transporte público, viajar siempre es cansador. La posición, la concentración que exige conducir y el calor producen los primeros agobios. Además la dificultad para dormir bien si se trata de un viaje largo acrecienta los problemas.
- Lejos de casa
Una vez en el lugar de destino los principales problemas suelen ser los trastornos alimenticios y del sueño además de la adaptación al clima y los nuevos horarios que se adquieren.
Fuera de casa uno no duerme en su misma cama, ni con su misma almohada, además se acuesta más tarde, se levanta más pronto y consume alimentos a los que no está acostumbrado.
Si no se está preparado todas estas situaciones se vuelven incómodas para el viajero y le impiden el descanso y la relajación.
- El síndrome de Stendhal
También conocido como el estrés del viajero lo padece aquel que cuando está de viaje se empeña en visitar todos los monumentos, museos y atracciones turísticas que aparecen en la guía sin dejar tiempo para el descanso.
- La familia
La mayoría de familias no acostumbran a pasar muchas horas al día juntos. Las vacaciones son el momento propicio para disfrutar de la familia aunque la convivencia no siempre es fácil. Hábitos que normalmente sólo molestan pueden llegar a resultar realmente irritantes cuando hay que soportarlos durante muchas horas al día.
¿Cómo disfrutar de unas vacaciones relajadas?
- Previsión y razonamiento son las dos palabras claves para disfrutar de unas buenas
vacaciones. El estrés de los últimos días de trabajo y de los preparativos del viaje puede evitarse si se prevén los posibles asuntos con antelación y se trata de dejarlos zanjados con anterioridad.
- Evitar hacer densos y ajustados tours por las ciudades es otra de las soluciones. Es mejor disfrutar de las calles de una ciudad paseando sin rumbo y tomando un café que querer ver todos sus museos en dos días.
- Para que la adaptación al lugar de destino sea más fácil intente no beber mucho alcohol, tome agua embotellada, lleve, por ejemplo, su almohada de casa y alterne comidas preparadas con platos caseros. Su cuerpo se lo agradecerá.
- Por último, reserve su propio espacio y respete el de tus familiares: no intente hacer todo el viaje juntos. Si un día cada uno prefiere visitar una parte diferente de la ciudad sepárense y no discutan.
- Procure dejar un día de margen desde el final del viaje hasta el día que comienzas a
trabajar.
Siendo realista y previsor sus vacaciones serán el paréntesis que esperaba.
FUENTE:
Laura Flores. InfoJobs.net |