28 de diciembre, 2009
Más educación reduciría el riesgo de infarto, tanto en los países ricos como en las naciones pobres.
Varios estudios en países occidentales habían identificado una relación entre un mejor nivel socioeconómico y un menor riesgo de enfermedad coronaria.
Pero dado que las investigaciones usan distintos criterios para medir el nivel socioeconómico (la educación, el trabajo o el ingreso), se desconoce si todos esos factores son igualmente importantes.
Además, poco se sabe sobre cómo el nivel socioeconómico afecta el riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca en los países en desarrollo.
Para el estudio, publicado en la revista Heart, los autores analizaron datos de más de 12.000 casos de infarto y 14.000 personas sanas, de 52 países y con la misma edad.
En todos los países, la educación, pero no el ingreso familiar, las propiedades o el trabajo, estaba muy asociada con el riesgo de sufrir un ataque cardíaco. Esa relación fue más sólida en los países más ricos, pero también evidente en aquellos de medianos y bajos ingresos.
La fortaleza de esa relación se debe quizás a una mayor información sobre las causas de la enfermedad cardíaca y cómo evitarlas.
De hecho, el estudio reveló que la obesidad abdominal y los malos hábitos de vida, como más sedentarismo y tabaquismo y menos consumo de frutas y verduras, podían explicar casi la mitad del riesgo asociado con el bajo nivel educativo.
Aun así, y tras considerar el estilo de vida, el ingreso, la edad y otros factores, el equipo halló que las personas con bajos niveles educativos (ocho años o menos de escuela) eran un 31 por ciento más propensas a tener un infarto que las que habían aprobado el secundario.
La falta de educación estuvo asociada con un 61 por ciento más riesgo de ataque cardíaco en los países ricos y con un 25 por ciento en los países de medianos y bajos ingresos.
Para el equipo, esto sugiere que el desarrollo económico y el aumento de los ingresos en el país ampliarían la brecha asociada con el infarto entre aquellos más y menos educados.
Aunque se necesitan más estudios, por ahora, el equipo opina que los resultados sugieren que extender el alcance de la educación en los países en desarrollo contrarrestaría el crecimiento de la enfermedad cardíaca. |