Un estudio demostró que a los fumadores con síntomas depresivos durante la hospitalización por un infarto les cuesta más abandonar el cigarrillo.
La depresión suele ser frecuente en las personas que sufren un infarto.
Los resultados demuestran que "hay que tratarla antes de poder avanzar en la cesación tabáquica", agregó la experta. Y hay que hacerlo rápido, precisó Thorndike a Reuters Health, porque la mayoría de los fumadores depresivos que vuelven a fumar lo hacen a las cuatro semanas.
La cesación tabáquica reduce la mortalidad en los fumadores con enfermedad cardíaca, pero por lo menos el 40 por ciento de los que participaron en el estudio volvieron a fumar dentro del año de haber sufrido el infarto, según publica Archives of Internal Medicine.
En tanto, los pacientes con un infarto y síntomas depresivos no pueden cumplir la recomendación de reducir los riesgos cardíacos futuros.
Para investigar la relación entre el éxito de la cesación tabáquica y los síntomas de la depresión, el equipo estudió a 245 fumadores que habían sido hospitalizados por infarto o angina inestable, un tipo de dolor de pecho impredecible que es signo de enfermedad coronaria y de altas chances de sufrir un infarto.
Todos los pacientes recibieron asesoramiento para dejar de fumar en el hospital y fuera del hospital durante 12 semanas; recibieron al azar tratamiento con bupropion (un fármaco para dejar de fumar) o placebo.
El 22 por ciento de los pacientes tuvo síntomas depresivos moderados a graves. Ese grupo sufrió un proceso de abstinencia más grave, obtuvo calificaciones más altas en una prueba para medir la dependencia de la nicotina y se sintió menos confiado en poder abandonar el cigarrillo.
Los pacientes deprimidos eran 2,4 veces más propensos que los no depresivos a volver a fumar.
El 19 por ciento de los pacientes deprimidos tratados con bupropion pudo dejar de fumar, comparado con el 3 por ciento de los tratados con placebo.
En cambio, la tasa de cesación para los pacientes no deprimidos fue del 27 por ciento en el grupo tratado con placebo y en el tratado con el fármaco.
A partir de estos resultados, los fumadores y sus familias deberían comprender cuán difícil es abandonar el cigarrillo después de un infarto y estar atentos a los síntomas depresivos que podrían dificultar aún más el proceso de cesación del hábito. |