La ira es una emoción natural que se encuentra en todos los seres humanos y que nos permite reaccionar cuando nuestras necesidades básicas se frustran, dándonos la fuerza necesaria para pelear por ellas.
La agresividad se origina a partir de la consideración de que existe una circunstancia, una persona o una cosa, que nos amenaza y buscamos corregir la situación, o intentamos aliviar nuestra tensión.
Sin embargo, esta emoción legítima puede, a veces, tener una amplitud excesiva con un efecto negativo, destructor. La susceptibilidad, o la espera de resultados poco realistas, pueden generar percepciones erró-neas y desencadenar agresividad injustificada:
- Se cae en crisis terribles cuando las circunstancias no son como uno las desea.
- No estamos dispuestos a tolerar la frustración.
- Dudamos de nosotros mismos, hasta el punto de considerar la menor contrariedad co-mo algo que pone en cuestión la propia dignidad. Entonces, sentimos que es necesario defenderse.
ES IMPORTANTE RECORDAR QUE:
Las personas somos más vulnerables a la agresividad cuando estamos inhibidas de expresarnos con pala-bras.
Algunas sugerencias para superar la agresividad:
- Recordar nuestros valores personales positivos.
- Evitar dar demasiada importancia a aquello que no lo tiene.
- Concentrarse en aquello que nos permite alcanzar activamente nuestros objetivos.
- Aprender a reconocer los signos de agresividad que comienzan a manifestarse en nosotros.
- Aceptar la frustración.
- Aprender a aflojar la tensión (simples ejercicios de relajación y respiración consciente son muy recomendables).
- Aprender a expresar verbalmente tanto los deseos como las insatisfacciones.
- Renunciar a controlar las conductas de los demás.
- Mantener abiertas las vías de comunicación con los demás, escuchando con atención sus pun-tos de vista, para evitar malentendidos.
FUENTE:
FORTIN, B., Intervenir en santé mentale. |