10 de febrero, 2010
La inteligencia es el segundo factor, después de fumar, más determinante en la enfermedad cardíaca, dijeron científicos el miércoles, lo que sugiere que las campañas de salud pública deben ser diseñadas para personas con coeficientes intelectuales más bajos.
El estudio del Consejo de Investigación Médico británico (MRC por sus siglas en inglés) halló que los coeficientes intelectuales más bajos estaban asociados con índices superiores de dolencias cardíacas y muerte, y eran indicadores más importantes que cualquier otro factor de riesgo, salvo fumar.
Es bien sabido que las personas con un menor nivel educativo y menores ingresos a menudo tienen un riesgo mayor de tener una mala salud.
Los estudios sugirieron muchas razones posibles de esta asociación, como el acceso limitado a la atención médica y otros recursos, las peores condiciones de vida, el estrés crónico y la mayor incidencia de factores como el tabaquismo.
El estudio de MRC, que analizó datos de 1.145 varones y mujeres de alrededor de 55 años durante 20 años, indicó que los cinco principales factores de riesgo de la enfermedad cardíaca son fumar, el coeficiente intelectual, tener bajos ingresos, presión arterial alta y hacer poca actividad física.
El equipo, liderado por David Batty, del MRC y la Unidad de Ciencias de la Salud Pública de Glasgow, Escocia, dijo que hay "un número de mecanismos plausibles" que podría explicar por qué un coeficiente intelectual inferior podría elevar el riesgo de enfermedad cardíaca, en particular la postura de una persona hacia los "comportamientos saludables".
Quienes ignoran o no comprendan los consejos respecto al riesgo de fumar o el beneficio de tener una dieta sana y hacer ejercicio, tendrían un riesgo más elevado de sufrir enfermedades cardíacas, escribió el equipo en un estudio en European Journal of Cardiovascular Prevention.
CAMPAÑAS DE INFORMACION
Batty dijo que era importante reconocer las implicancias de estos hallazgos para la salud pública ya que las capacidades que reflejan el coeficiente intelectual de una persona podrían ser importantes para el control del riesgo de enfermedad.
"Desde la perspectiva de la salud pública, existe la posibilidad de que el coeficiente intelectual pueda incrementarse, habiendo obtenido resultados diferentes de pruebas de aprendizaje temprano y programas escolares", dijo.
Ioanna Tzoulaki, profesora de epidemiología en el Imperial College London, estuvo de acuerdo en que el impacto para la salud pública es importante.
"Las campañas de salud pública deberían centrarse en factores de vida que han mostrado que influyen en los niveles de coeficiente intelectual y en abordar las desigualdades sociales", dijo en un comentario sobre el estudio.
"Al mismo, los mensajes de salud pública por riesgos conocidos, como la dieta, podrían tener que ser simplificados", añadió.
La Fundación Británica del Corazón (BHF por su sigla en inglés) dijo que un mejor etiquetado de los alimentos, con un código de colores distinguible para las comidas con alto, medio y bajo riesgo ofrecería a los compradores "información a primera vista" y les ayudaría a optar por productos más saludables. |