29 de diciembre, 2009
Los sobrevivientes de un terremoto no estarían del todo seguros. El estrés emocional y los estragos vividos elevarían la cantidad de infartos fatales mucho después del desastre, reveló un estudio sobre el terremoto Niigata-Chuetsu acaecido en Japón.
Los resultados son "un recordatorio vívido de que los efectos de los desastres naturales no se limitan a las lesiones físicas o al estrés emocional", escribió Andrew Steptoe, del University College de Londres, sobre el estudio publicado en la revista Heart.
Estudios internacionales habían demostrado un aumento de los infartos fatales inmediatamente después de los terremotos, incluido el Niigata-Chuetsu, en el 2004, precisó el equipo del doctor Kazutoshi Nakamura, de la Universidad de Niigata.
Aunque la mortalidad por el terremoto Niigata-Chuetsu fue relativamente baja, los daños de infraestructura en la zona rural montañosa fueron extremadamente graves; 9.000 personas seguían viviendo en una casa temporaria al año del desastre y 5.000, a los dos años.
"Aunque el alojamiento temporario finalizó en diciembre del 2007, muchas personas siguieron tratando de reconstruir sus vidas tras las pérdidas económicas", informó el equipo.
Los autores estudiaron las tasas de mortalidad cinco años antes y tres años después del terremoto en la zona afectada y en una región "control" más alejada.
Si bien no hubo diferencias significativas entre la tasa de infartos antes y después del terremoto en la zona "control", la mortalidad por infarto creció significativamente en la zona del desastre (de 47,3 cada 100.000 personas por año a 53,9 cada 100.000 personas por año).
El patrón fue el mismo para varones y mujeres y el aumento no disminuyó con el tiempo.
En el mundo, Japón posee la mortalidad más baja por infarto, de modo que los países donde la mortalidad es mayor sufrirían aumentos más considerables tras desastres similares. |