Investigadores atribuyeron a la radiación solar y a los niveles de ozono el aumento repentino de síndromes cardiovasculares entre habitantes de la capital de Australia en el 2005.
Diversos pacientes de Sidney debieron concurrir de urgencia a las guardias hospitalarias con un dolor de pecho muy fuerte.
Los datos del control epidemiológico indicaron un aumento de las consultas hospitalarias de emergencia en la ciudad entre abril y mayo del 2005.
Todos los pacientes sentían un dolor de pecho evaluado como "inminentemente o inmediatamente amenazante para la vida al llegar" al hospital, escribió en Environmental Health el equipo dirigido por el doctor Robin M. Turner, del Departamento de Salud de Nueva Gales del Sur, al norte de Sidney.
Las consultas hospitalarias de emergencia pasaron de cuatro por día en el 2004 a 5,7 por día durante esas ocho semanas del 2005.
El equipo comparó esas consultas con las variables climáticas y de contaminación de esos días, con el fin de explicar ese aumento repentino en las urgencias cardiovasculares.
"Dada la relación que existe entre los factores ambientales y la evolución de la enfermedad cardiovascular, como así también el período inusualmente extendido de clima seco, fresco y estable que provocaron las condiciones de sequía en esa época, planteamos una causa ambiental para ese pico epidemiológico", indicaron los autores.
El equipo halló una relación entre los factores ambientales y el aumento de consultas de emergencia por síndromes cardiovasculares. Las temperaturas altas elevaron el riesgo un 27 por ciento, mientras que los altos niveles de radiación y de ozono lo hicieron un 44 y un 13 por ciento, respectivamente.
Los factores que mejor explicaron esas correlaciones fueron quizás los de "origen fotoquímico, dadas las relaciones observadas con el ozono, la radiación solar y la temperatura durante ese período", escribió el equipo.
"Tanto la radiación solar como la temperatura son catalizadores importantes de las reacciones al `smog` fotoquímico que provocan el ozono y otros oxidantes", destacaron los investigadores.
Esas reacciones químicas están relacionadas con varios síntomas de enfermedad cardiovascular, como las contracciones cardíacas irregulares.
"La temperatura y la radiación solar eran demasiado altas para esa estación durante el período de brote. La sequía y la elevada presión atmosférica aportaron las condiciones favorables para el estancamiento atmosférico y el aumento del nivel de ozono", concluyó el equipo.
"La reducción de las variaciones de la presión del aire en el período del brote aporta más evidencia a la hipótesis del estancamiento atmosférico", añadieron los expertos. |