La diabetes es una enfermedad que puede describirse como una serie de acontecimientos con un rasgo común; la incapacidad del organismo de usar apropiadamente la glucosa o azúcar sanguínea, el combustible que hace posible que nuestro cuerpo funcione. La glucosa es para nuestro cuerpo lo mismo que la gasolina para un automóvil
La glucosa es la principal fuente de energía para las células de nuestro organismo y la insulina es una hormona que ayuda a la glucosa a pasar de la sangre al interior de las células.
La glucosa a nuestro cuerpo principalmente a través de lo que comemos.
Los hidratos de carbono —como los azúcares, las harinas, los almidones, los productos lácteos, las frutas y los vegetales— son la principal fuente de glucosa.
Cuando nuestro organismo está funcionando de manera normal, nuestros niveles de glucosa o azúcar sanguínea se elevan luego de alimentarnos. Cuando la glucosa es depositada en la sangre, la insulina (una hormona fabricada por el páncreas ) saca la glucosa o azúcar de la sangre (causando así una reducción de la misma) y la distribuye a través de nuestras células, donde la glucosa es usada como combustible.
La Diabetes Mellitus se produce cuando el páncreas no puede fabricar insulina suficiente y/o cuando la insulina no puede actuar en el organismo de manera eficaz.
Sin insulina suficiente, la glucosa se acumula en la sangre (denominándose éste fenómeno con el término de «hiperglucemia»), dañando progresivamente los vasos sanguíneos (arterias y venas) y produciendo importantes complicaciones en el organismo a largo plazo.
La aparición de polidipsia (mucha sed), poliuria (orinar mucho) y polifagia (comer mucho) son síntomas de hiperglucemia. También puede aparecer debilidad, pérdida de peso y molestias digestivas. No obstante, la Diabetes Mellitus tipo 2 puede no dar síntomas durante años y diagnosticarse por un análisis de forma casual.
Tipos de diabetes
La mayoría de casos de diabetes pertenecen a uno de estos 2 tipos:
Diabetes Mellitus tipo 1: Antiguamente llamada diabetes juvenil, se suele diagnosticar antes de los 30 años, aunque en realidad puede ocurrir a cualquier edad.
Las células del páncreas encargadas de fabricar insulina (células beta) se destruyen, por lo que no se produce insulina.
También se la llama a veces diabetes insulinodependiente porque es necesario que los enfermos se inyecten insulina.
Diabetes Mellitus tipo 2: Habitualmente se diagnostica en la edad media de la vida, por encima de los 40 años, aunque existen casos infrecuentes en jóvenes.
Nueve de cada diez personas con diabetes son diabéticos tipo 2. Tienen mayor riesgo de padecerla los obesos y los que tengan familiares diabéticos.
El páncreas produce insulina, pero ésta no funciona adecuadamente en el organismo (se dice que hay «resistencia» a la acción de la insulina). La consecuencia final es la hiperglucemia.
A la larga las células beta también fallan y producen una cantidad de insulina insuficiente. En la mayoría de los casos se puede tratar inicialmente con dieta y ejercicio, aunque más tarde pueden ser necesarios medicamentos orales o incluso insulina.
Otros tipos de diabetes: La diabetes gestacional es aquella que se diagnostica durante el embarazo. También existen diabetes inducida por fármacos (como por ejemplo los corticoides), por enfermedades genéticas muy poco frecuentes, pancreatitis crónica, etc.
Diagnóstico de la diabetes:
Una de las cuestiones claves para un óptimo tratamiento es el diagnóstico precoz.
Actualmente la Asociación Norteamericana de Diabetes (ADA, en inglés) aconseja que todas las personas mayores de 45 años se hagan análisis de sangre por lo menos una vez al año para determinar la existencia de diabetes
Si por cualquier causa usted sospecha que puede tener diabetes, ya sea debido a síntomas o por herencia familiar, un simple análisis de la sangre conducido por su médico puede sacarlo de dudas.
Generalmente, su médico chequeará el nivel de azúcar en su sangre mediante una prueba sumamente simple. Si el nivel de azúcar en la sangre es más alto de lo normal, su médico llevará a cabo entonces análisis más sofisticados para confirmar si usted está padeciendo de diabetes.
- Un nivel de glucosa en sangre (glucemia) en ayunas mayor o igual de 126 mg/dl, presente en dos o más análisis, confirma el diagnóstico de diabetes.
- Una glucemia al azar mayor o igual de 200 en presencia de síntomas de hiperglucemia también se diagnóstica como diabetes.
- Aquellos que tienen un nivel de glucemia mayor o igual de 110 mg/dl pero menor de 126 mg/dl se dice que tienen una glucemia en ayunas (basal) alterada. A estos pacientes se recomienda que se realicen la prueba llamada “curva de glucemia”.
La curva de glucemia consiste en tomar 75 gr. de glucosa diluida en agua y después medir la niveles de glucemia a la media hora, a la hora y a las 2 horas después. Si la glucemia a las 2 horas es mayor o igual que 200, se diagnostica al paciente de diabetes.
Si está entre 140 y 200, de intolerancia a la glucosa. Los pacientes con glucemia basal alterada y/o intolerancia tienen mayor riesgo de desarrollar diabetes.
Síntomas
Los principales síntomas de la diabetes incluyen:
1.Altos niveles de azúcar en la sangre.
2.Altos niveles de azúcar en la orina.
3.Orinar frecuentemente (cama mojada en los niños).
4.Hambre inusual.
5.Sed excesiva.
6.Pérdida de peso.
7.Debilidad y cansancio.
8.Irritabilidad y cambios de ánimo.
9.Sensación de malestar en el estómago y vómitos.
10.Infecciones frecuentes.
11.Vista nublada.
12.Cortaduras y rasguños que no curan, o que curan muy lentamente.
13.Picazón o entumecimiento en las manos o los pies.
14.Infecciones recurrentes en la piel, la encía, o la vejiga.
Tratamiento de la diabetes:
En el caso de la diabetes tipo 1 el tratamiento siempre es, de inicio, la insulina, tratamiento que deberá seguir el paciente de por vida.
En la diabetes tipo 2 en general se puede empezar por un programa de dieta y ejercicio. Cuando los objetivos de control del azúcar en sangre no se alcanzan así, se puede empezar a tomar medicación, los llamados “antidiabéticos orales”. Se empieza siempre con un sólo tipo de fármaco, hasta alcanzar la dosis máxima tolerada. Si es necesario se añadirá un segundo fármaco.
Cuando la glucemia permanece elevada a pesar de estar con dosis máximas de medicamentos antidiabéticos, se debe iniciar tratamiento con inyecciones de insulina subcutánea.
La dieta y la actividad física:
La dieta es un componente esencial en el manejo de la diabetes.
En los diabéticos de tipo 1 el tratamiento nutricional debe integrarse en el plan general, ajustando los horarios y calidad de las comidas a la acción de la insulina.
En los diabéticos tipo 2 los objetivos son un buen control de la glucemia, el colesterol, la tensión arterial y el estrés.
Si existe sobrepeso, una dieta baja en calorías con descenso de la grasa total, sobre todo de origen animal, junto con un aumento del ejercicio, produce una mejoría del control glucémico.
El ejercicio es el otro componente dentro del tratamiento de la diabetes.
Con él se busca controlar los niveles de glucemia en sangre, reducir el sobrepeso (de no existir, tratar de mantener el peso ideal), mejorar la calidad de vida del paciente y evitar las posibles complicaciones que puedan surgir por el desarrollo de la enfermedad (Básicamente el desarrollo de la enfermedad coronaria).
No hay que olvidar, sin embargo, que los individuos con diabetes Mellitus tipo 1 (que debe inyectarse insulina) tienen que tener ciertas precauciones antes de enfrentarse a una práctica de ejercicio físico.
Métodos de control del azúcar en sangre:
Para controlar los niveles de glucosa hay sistemas para la determinación de glucemia en sangre capilar. Están comercializados inyectores de lanceta automáticos para punción de la piel de los dedos de la mano (y minimizar las molestias).
La gota de sangre obtenida se coloca sobre una tira reactiva leída por un medidor en cuya pantalla aparecerá el nivel de glucemia. Este sistema permite a los diabéticos conocer sus niveles de glucosa en cualquier situación.
La hemoglobina glicada refleja la glucemia media de las 8 semanas precedentes y, por tanto, es el mejor parámetro de valoración del grado del control glucémico.
La administración de la insulina
En lo que a las vías de administración de insulina se refiere tenemos que distinguir entre las vías convencionales:
Subcutánea: el tratamiento habitual, mediante bolígrafo o jeringas.
Intravenosa o Intramuscular: que se aplica en el caso de las descompensaciones.
Intraperitoneal: para enfermos renales en diálisis.
Con bombas de insulina: (poco utilizadas)
Por último siempre hay administraciones experimentales.
En este sentido se ha investigado la posibilidad de administración oral (liposomas), rectal, sublingual, transcutánea (iontoforesis), intranasal...
Pero lo más prometedor hoy es la vía inhalatoria (absorción de insulina en pulmón). Existen ya estudios multicéntricos destinados a comprobar su eficacia.
Diabetes y corazón
La Diabetes Mellitus se acompaña de la aceleración del proceso de aterosclerosis, y por tanto aumenta el riesgo de padecer enfermedad coronaria, embolia cerebral o afectación de las arterias periféricas.
Aunque en los diabéticos es más frecuente que concurran otros factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, colesterol, obesidad…), la presencia de esos factores de riesgo no justifica el exceso de complicaciones cardiovasculares observado. La presencia de diabetes es un factor de riesgo coronario en si mismo y muchos especialistas suelen actualmente tratar las dos enfermedades en conjunto a modo preventivo.
La enfermedad coronaria es el problema clínico más relevante en los diabéticos. La angina, el infarto agudo de miocardio (así como sus complicaciones y la mortalidad posterior al infarto) y la muerte cardiaca súbita son más frecuentes en los individuos diabéticos (especialmente con el tipo 2) que en la población general.
En los diabéticos tipo 1, la mortalidad por cardiopatía isquémica es mayor que en individuos no diabéticos, aunque no alcanza cifras tan importantes como en la diabetes tipo 2, en los que la mortalidad de causa coronaria es doble que la de la población general.
La Diabetes Mellitus favorece el proceso de la arteriosclerosis, con aparición de lesiones que evolucionan progresivamente hacia el estrechamiento de la luz vascular, acarreando falta de riego sanguíneo (isquemia) en el músculo cardiaco (cardiopatía isquémica).
En el caso de los diabéticos, es primordial prevenir la aparición de enfermedad cardiovascular a través del control de los factores de riesgo, especialmente hipertensión, tabaquismo y colesterol. Asimismo es esencial la pérdida de peso en obesos y el aumento del ejercicio.
Por otro lado, un estricto control de la glucemia frena el desarrollo del daño vascular en los diabéticos.
La identificación precoz de diabéticos con enfermedad cardiovascular (cuando están aún asintomáticos) es la mejor táctica para reducir las complicaciones y mortalidad por esta causa. Deben someterse a evaluación cardiológica todo diabético con síntomas de angina (opresión en el pecho, sudoración), con enfermedad vascular periférica o cerebral previa o cualquier diabético que tenga dos o más de estos factores de riesgo cardiovascular: Historia familiar de cardiopatía isquémica, tabaquismo, hipertensión, colesterol o triglicéridos altos o eliminación de proteínas por la orina.
También se recomienda evaluar a los mayores de 35 años diabéticos sedentarios que van a comenzar a practicar un deporte y en las mujeres diabéticas que quieran quedarse embarazadas.
La evaluación cardiológica se realizará con un electrocardiograma normal (ECG) y una prueba de esfuerzo. Si el ECG muestra datos de isquemia o la prueba de esfuerzo es positiva o si aparecen síntomas de angina, el estudio se podrá ampliar (estudio de perfusión del corazón con isótopos radiactivos, ecografía cardiaca, etc.).
En pacientes que son diabéticos y ya tienen antecedentes de enfermedad coronaria deben tratarse el exceso de colesterol y la hipertensión e intensificar el control glucémico.
Diabetes y mujer
Todo lo que hemos contado sobre la diabetes es válido tanto para varones como para mujeres. No obstante, el sexo confiere algunas diferencias significativas en cuanto al riesgo de aparición de cardiopatía.
Así nos encontramos con que en la población general la patología cardiaca es mucho menos frecuente en mujeres jóvenes (antes de la menopausia) que en varones de la misma edad,
Esta diferencia desaparece con la edad: tras la menopausia se iguala la incidencia de cardiopatía isquémica entre ambos sexos, probablemente en relación con el descenso en los niveles de estrógenos u hormonas sexuales femeninas.
La diabetes mellitus aumenta el riesgo de isquemia cardiaca de forma proporcionalmente más llamativa en mujeres que en varones (en ellas la incidencia del infarto se multiplica por 4 y en ellos sólo el 2). Tanto es así que el factor protector de la mujer premenopáusica desaparece en las pacientes diabéticas igualándose en éstas el riesgo de cardiopatía isquémica al de los varones. Además, una vez establecida la isquemia coronaria, el pronóstico es peor en la mujer que en el varón diabético.
Existen otros conocidos factores de riesgo cardiovascular que con frecuencia se presentan asociados a la diabetes mellitus, especialmente la de tipo 2: la obesidad, sobre todo la de predominio abdominal, muy frecuente en la mujer diabética; la hipertensión arterial, cuya aparición aumenta en la mujer especialmente a partir de los 40-50 años.
Por otra parte, encontramos otros factores de riesgo como son el tabaco y la vida sedentaria que, si bien no presentan una relación causal directa con la diabetes, es cierto que potencia sus efectos nocivos.
Mención especial merece el tabaco, por su enorme influencia en la aparición de la enfermedad coronaria y el gran beneficio que se desprende del abandono del hábito tabáquico.
De todo lo expuesto se deduce la extraordinaria importancia de prevenir y tratar de forma precoz y agresiva todos los factores de riesgo cardiovascular en la mujer diabética (dieta sana, ejercicio y abandono del tabaco), controlando exhaustivamente los niveles de glucemia, colesterol e hipertensión, además de evitar el sobrepeso.
Diabetes gestacional:
La diabetes gestacional es un proceso de intolerancia a los hidratos de carbono que se define por primera vez durante el embarazo.
Suele afectar a alrededor del 5 por ciento de las gestantes, aunque la cifra va en aumento debido a que en el mundo los embarazos son cada vez más tardíos (se ha visto que este tipo de afección aparece con más frecuencia en las mujeres de mayor edad o con sobrepeso).
En lo que a los tipos de diabetes gestacional se refiere, se acepta la clasificación de dos grupos según el tratamiento. Una primera clase se trataría exclusivamente con dieta; una segunda clase, con administración de insulina.
Es muy importante que, si aparece una diabetes gestacional, se siga un control obstétrico y un control glucémico frecuentes según sea su grado de peligrosidad. Y ello hace necesario que la paciente también reciba un cuidadoso seguimiento del endocrinólogo.
El tratamiento, fundamental, incluirá unas recomendaciones dietéticas a cargo del endocrinólogo que determinará, de modo particular, qué necesita la paciente según sean sus cifras de glucosa y su estado clínico y, por otra parte, la práctica de ejercicio físico de forma moderada. En los casos en los que la diabetes no quede controlada con ambas cosas, no se administrarán antidiabéticos orales; sólo con insulina se conseguirá un mejor control de la glucosa.
Por otra parte, recordar que se debe realizar un seguimiento posterior al parto. Porque, sin bien la mayoría de las diabetes gestacionales suelen desaparecer tras el alumbramiento, existe un porcentaje, aunque muy bajo, de mujeres en las que la diabetes puede llegar a hacerse crónica.
Finalmente, las mujeres que han sufrido una diabetes gestacional deberían hacerse un control al llegar a la menopausia, ya que es un momento en el que la dolencia podría volver a aparecer (y convertirse en una diabetes tanto tipo II como o insulinodependiente) y tener más predisposición a sufrir una hiperlipidemia o una patología cardiaca.
FUENTE:
Tampico-online y Abcmedicus