Trastornos como la diabetes o la hipoglucemia nos exigen cuidar muchos aspectos de nuestra vida a los que otras personas quizá no les den tanta importancia: cuánto ejercicio hago; qué como, cuándo y en qué cantidad.
De la misma forma en cuestiones emocionales como la regulación del estrés, el miedo, los enojos, la ansiedad, (como si esto fuera tan sencillo de controlar).
La adopción de un estilo de vida más controlado en algunos aspectos, como la dieta y el ejercicio, puede originar que nos empecemos a aislar porque creemos que causamos molestias a la gente que nos rodea.
Ocurre con la más cercana a nosotros como familiares o amigos íntimos (que están involucrados en nuestro padecimiento), con nuestros amigos no tan íntimos y compañeros de trabajo o de escuela, que pueden estar enterados o no de lo que nos aqueja.
En términos generales, no nos gusta decirle a todos que tenemos diabetes o somos hipoglucémicos, al fin y al cabo nosotros podemos mantener un control gracias a los medicamentos orales, dieta o insulina.
Pero, ¿qué sucede cuando de pronto nos encontramos en una situación social en la que es realmente difícil y complicado seguir los cuidados o la disciplina que requerimos? Es ahí donde pueden empezar los problemas.
Tenemos que disculparnos por no poder brindar, o no poder comer nuestro “cachito” de Rosca de Reyes, o no probar el pastel de algún festejado.
Y las cosas siguen, porque es entonces cuando surgen las preguntas como: ¿estás a dieta?, ¿no tienes hambre?, ¿ por qué no estás brindando con nosotros? O comentarios como: “por un poquito que comas no te va a pasar nada”, “no seas amargo/a”, “qué cortada(o)”, etc.
Y por supuesto que todos estos comentarios no nos agradan en lo más mínimo.
Ahora bien, recordemos lo que se mencionaba al inicio de este artículo: —debemos controlar situaciones de tensión y estrés lo más posible—. Pero en una situación como la que hipotéticamente se está planteando, existen factores que pueden ocasionar que nos sintamos mal, ya que por un lado tenemos que al fin y al cabo somos humanos y se nos puede antojar un pedacito de la Rosca o del pastel aunque sepamos que no debemos comer eso.
Por otro lado tenemos la presión social de las críticas o comentarios que la gente hace sin saber.
Entonces nos sentimos aislados, que no encajamos, que captamos la atención de todos.
En realidad tendríamos la opción de decir en ese momento la verdadera razón por la que no estamos participando directamente en la situación, pero es justo cuando sentimos la mirada de todos en nosotros y tenemos la idea de que nos van a ver con lástima si decimos de nuestra enfermedad.
Así que ¿qué hacemos?, tenemos la opción de fingir que no pasa nada y comer lo que no debemos, pero vamos a sufrir las consecuencias después.
Otra opción es no decir nada y aguantamos en ese momento los comentarios, pero dentro de nosotros surge la determinación de tratar de no participar, en la medida de lo posible, en situaciones sociales de este tipo.
Pero, entonces, lo único que estamos haciendo es aislarnos nosotros mismos, volvernos retraídos y temerosos, inseguros.
Es algo muy común y es algo también muy molesto pero que no puede causar que nos retraigamos y empecemos a dejar de hacer nuestra vida por el padecimiento que nos aqueja.
Va a ser de suma importancia cómo tengamos asimilada nosotros mismos la enfermedad.
En la medida en que la integremos como un aspecto más de nuestra vida y no como algo alejado de ella, nos va a ser más sencillo sobrellevar situaciones como las planteadas. Esto no quiere decir que va a llegar un día en que nos podamos deshacer de la diabetes o de la hipoglucemia y que entonces podamos comernos las rebanadas de pastel que queramos, o tomar sidra para un brindis o tomar refresco normal cuando no hay de otro. No va a ser así y la gente va a seguir haciéndonos los comentarios que no nos gustan y va a seguir haciendo preguntas, pero hay que saber que si bien eso no lo podemos cambiar, sí podemos hacer un cambio dentro de nosotros mismos para que sea más fácil sobrellevar situaciones de este tipo.
Aislándonos, no asistiendo a ningún evento social, o asistiendo pero con miedo o tensión, lo único que vamos a lograr es hacernos más difícil la situación y empeorar nuestro padecimiento. Tenemos que seguir adelante y que cuando surjan situaciones como las planteadas en el artículo, tengamos la fortaleza interna suficiente para poder bromear o reír de los comentarios. Entender que la gente los hace porque no sabe qué nos sucede y que aunque nunca lo llegue a saber, no nos lastimen o hagan sentir mal.
Hay que adaptar nuestra diabetes a nuestra vida, no nuestra vida a la diabetes como un padecimiento insuperable. No dejes que la diabetes o la hipoglucemia controlen tu vida y tus estados de ánimo. |