Nunca es tarde para dejar de fumar:
Un estudio efectuado en Israel revela que quien sobrevive a un infarto y abandona la adicción vive más que quien conserva el hábito tras un ataque cardíaco.
El seguimiento de más de 1.500 sobrevivientes durante 13 años demostró también una ventaja de supervivencia en los fumadores que disminuyeron la cantidad de cigarrillos.
El estudio incluyó a 1.521 personas mayores de 65 años atendidas por un primer infarto en uno de ocho hospitales israelíes en 1992 y 1993.
El 27 % nunca había fumado, el 20 % era ex fumador y más de la mitad era fumador.
Luego del alta hospitalaria, la mayoría de los fumadores trató de abandonar el cigarrillo; el 35 por ciento logró la abstinencia en los siguientes 10 a 13 años.
Durante los 13 años que duró el estudio, murieron 427 pacientes. El riesgo fue más alto en los que seguían fumando, aún tras considerar factores como la obesidad, la actividad física, la educación, el ingreso y la salud general.
Los resultados destacan la importancia de ofrecer asesoramiento para dejar de fumar a los pacientes infartados.
Los autores del estudio hallaron que:
• las personas con un primer infarto que dejaban de fumar tenían un 37 % menos riesgo de morir durante la investigación que las que seguían con el hábito.
• los sobrevivientes que nunca habían fumado tenían un 43 % menos riesgo de morir que los que seguían fumando.
• los pacientes que alguna vez habían dejado de fumar antes del infarto tenían la mitad del riesgo de morir que los que nunca habían suspendido la adicción.
Aunque lo mejor fue abandonar el cigarrillo, los que disminuyeron la cantidad de cigarrillos consumidos también mejoraron su perfil cardíaco. En estas personas, el riesgo de morir disminuyó un 11 % por cada cinco cigarrillos diarios menos.
Los autores señalan que:
Los beneficios de la cesación tabáquica, ya sean antes o después de un infarto, son por lo menos tan grandes como los de otras terapias comunes para prevenir otros problemas cardíacos, como la reducción del colesterol y el uso de aspirina y betabloqueantes para disminuir entre un 15 y un 19 % el riesgo de muerte. |