Un estudio halla incrementos acentuados en la presión arterial cuando se combina el sobrepeso con la contaminación del aire.
15 de octubre, 2009
Un estudio reciente halla que la contaminación atmosférica golpea con más dureza a los obesos, causando aumentos significativos en la presión arterial.
La contaminación atmosférica se ha asociado a múltiples problemas de salud, incluido el asma, enfermedad cardiaca y diabetes, pero ésta es la primera vez que se toma en cuenta la obesidad, señalan los investigadores.
"En los que son obesos, la exposición al aire contaminado eleva aún más la presión arterial sistólica y la presión de pulso", advirtió la investigadora principal Srimathi Kannan, profesora asistente de la Facultad de salud pública y ciencias de la salud de la Universidad de Massachusetts en Amherst.
"Cuando se analiza la exposición medioambiental y los resultados médicos, hay que considerar también la obesidad", dijo Kannan.
Para el estudio, Kannan y colegas recopilaron datos sobre contaminación atmosférica y salud como parte del estudio de Healthy Environments Partnership. El estudio analizó estos factores en 919 familias de las áreas de Detroit que incluían barrios ricos y pobres, y una mezcla de grupos étnicos.
De las 348 personas cuya sangre, peso, presión arterial, circunferencia de la cintura y altura fueron examinados, la mitad era obesa y el 57 por ciento tenía una circunferencia de la cintura que les ponía en riesgo de diabetes y enfermedad cardiaca.
Entre los que fueron evaluados, el 68 por ciento tenía presión arterial alta o estaba a punto de desarrollar presión arterial alta y el 36 por ciento tenía colesterol alto, hallaron los investigadores.
Los niveles promedio de contaminación atmosférica por material particulado eran de 15 microgramos por metro cúbico en tres de los lugares medidos, pero en un área los niveles eran 20 por ciento más altos.
Las personas que vivían en el área con la mayor cantidad de contaminación en el aire tenían la presión de pulso más elevada que los que vivían en otras áreas, hallaron los investigadores. La presión de pulso es la diferencia entre la presión arterial sistólica y diastólica, los números superior e inferior de una lectura.
Además, las personas que vivían en las áreas con más esmog también tenían una presión sistólica más alta, y no importaba si eran obesas o de peso normal. Sin embargo, el efecto fue mayor entre los obesos, apuntó el equipo de Kannan.
Los investigadores creen que los individuos y la sociedad necesitan abordar la amenaza de salud combinada de obesidad y contaminación atmosférica.
En las personas que ya tienen presión arterial alta, diabetes u obesidad, la contaminación atmosférica podría agravar estas afecciones, enfatizó Jerrett. |